Criaturas espirituales, seres de luz resplandeciente, figuras celestiales a menudo aladas porque son rápidas y aéreas.
Se trata de un viaje colectivo de diecisiete artistas, que compara una serie de representaciones de ángeles nacidas de diferentes estilos y técnicas, unidas por un lenguaje transversal contemporáneo. Se trata de visiones antitéticas pero complementarias de un universo misterioso, desconocido y metafísico, que sin embargo tiene innumerables reflejos en la realidad cotidiana.

Criaturas espirituales, seres de luz resplandeciente, figuras celestiales a menudo aladas porque son rápidas y aéreas. Los ángeles siempre han poblado el imaginario colectivo como símbolos de bondad y ejemplos de pureza. Los más grandes artistas de todos los tiempos han abordado un tema tan fascinante, dando lugar a una rica iconografía.
Adoradores o dolientes, músicos o cantantes, vengadores o repudiados por el cielo, los ángeles son, sin embargo, entidades de belleza sobrehumana. Fra Angelico los pintó con túnicas sembradas de estrellas, Botticelli con halos de oro. En los frescos de Mantegna hay figuras infantiles sonrosadas y redondas, al igual que los famosos putti de Rafael que miran al cielo. Adoptan la apariencia de guerreros vengadores (San Miguel y el Dragón de Rafael) y de inspiradores de la verdad (San Mateo de Caravaggio). Son las criaturas místicas y románticas de los prerrafaelistas, casi un cuento metafísico de la Divina Comedia de Dalí. Son las imágenes de gran patetismo de Chagall, que pintó un ángel rojo en llamas caído sobre los horrores de la tierra de entreguerras. Y de nuevo los encontramos como iconos pop en Keith Haring y como putti «
Victorianos
«en un logotipo de Fiorucci que ha dado la vuelta al mundo.



